Musulmán, protobotánico, profesor de ética, posible ladrón,tendero y sospechoso de homosexualidad
Los comunistas no están solos
La guerra dentro de la guerra
A purgar se ha dicho
Sucios británicos, repugnantes yugoslavos
Fulgor y muerte de Koçi Xoxe
Sucios soviéticos
Con la Iglesia hemos topado
El fin de la troika
La jugadora de voleibol que cambió la Historia de Albania
La muerte de Mehmet Shehu
Al fin solo
Nacionalistas y comunistas tenían visiones muy diferentes de lo que debía ser la lucha de la resistencia. Como siempre, los comunistas mostraban una mayor proclividad a la lucha, para lo cual estaban mejor preparados mediante una estructura de mando jerarquizado. Ofrecer de esta manera tropas estructuradas los hacía más atractivos ante los aliados. Balli Kombëtar, sin embargo, tenía una organización más anárquica, que dependía en cada territorio de la iniciativa de jefes locales. Además, estaba dividida en facciones que, muy a menudo, no aceptaban más liderazgo que el local.
Hasta agosto de 1943, la cohabitación de las dos fuerzas de
la resistencia fue más o menos correcta. En dicha fecha, los británicos
impulsaron una reunión en Mukja, cerca de Tirana, para tratar de conseguir la
formación de un frente único. Allí se llegó a lo que se conoce como el Acuerdo
de Mukja. El 1 y 2 de agosto de aquel año, representantes del Consejo de
Liberación Nacional y del Balli Kombëtar se desplazaron al domicilio de Ishan
Toptani, un joven profesor de universidad recientemente regresado a Albania
desde Austria, e hijo de Abdyl Toptani, uno de los firmantes de la declaración
de independencia del país. La idea era juntar allí a todos los dirigentes
activistas para crear un frente unido. La casa, sin embargo, estaba muy cerca
de Tirana, y pronto los italianos se coscaron de que allí pasaba algo raro; los
asistentes recibieron el consejo de alejarse de allí, así pues, el encuentro se
trasladó hacia el norte, a un lugar más discreto. O sea, Mukja.
Balli Kombëtar estuvo representada por Midhat Frashëri,
Hasán Dosti, Thoma Orollogaj, Skënder Muço, Hysni Lepenica, Iusuf Luzaj, Kadri
Cakrani, Raif Fratari, Nexhat Peshkëpija, Halil Mëniku, Ismail Petrela y Vasil
Andoni. Por la parte del Consejo, la delegación estaba presidida por Ymer
Dishnica y Mustafá Gjinishi, ambos comunistas, aunque también había otros
miembros nacionalistas, como Jahja Çaçi, Myslim Peza, Abaz Kupi, Omer Nishani,
Sulo Bogdo, Shefqer Beja, Medar Shtylla, Haki Stërmilli o Gogo Nushi.
Según el relato de Hoxha, la propuesta que llevaba el
Consejo no era la de fusionarse con el Balli Kombëtar, sino absorberlo. Sin
embargo, una semana antes del encuentro ya había habido una entrevista
“técnica” entre ambas partes, en la que habían decidido crear un comité
conjunto, que impulsaría la creación de una asamblea constituyente que sería la
que, una vez libre Albania y conservando las fronteras de 1913, decidiese su
forma de gobierno.
En Mukja, ambas partes firmaron un acuerdo, que ratificaba
estos pactos previos, por el que aceptaban crear un Comité para la Salvación de
Albania. Este Comité, sin embargo, nunca se constituyó.
Durante los días del encuentro, Enver Hoxha estaba cerca de
Korçë. Parece ser que las noticias del acuerdo lo pusieron muy nervioso, y que
rápidamente envió mensajes a Dishmica para que le informase a fondo de los
resultados de la reunión. El 8 de agosto, recibió la copia del acuerdo
alcanzado; un acuerdo que no sería de conocimiento público hasta 60 años
después. Hoxha y Popovic quedaron muy desagradablemente impresionados por los
acuerdos. Hoxha, inmediatamente, redactó una carta-circular en la que acusaba
al Consejo de Liberación de traición, y repudiaba la firma. Por supuesto,
informaba de que el acuerdo no había contado con ningún tipo de beneplácito del
Partido Comunista.
Muchas fuentes, sin embargo, sostuvieron que todo eso fue
postureo por parte de Hoxha. Que el líder comunista había autorizado a Dishmica
y Gjinishi para que lo firmasen, y que si se posicionó en contra fue sólo
porque comprobó que Popovic se colocaba contra él. Al yugoslavo, en efecto, no
le gustaba nada la apelación que hacía el comunicado a una Albania étnica, es
decir, una Albania con Kosovo. La cosa siempre fue difícil de aclarar, ya que
Mustafá Gjinishi fue asesinado un año después del acuerdo; y Dishmica,
sabiamente, no volvió a hablar del tema hasta su muerte en 1998; siete años antes
había publicado unas memorias en las que ponía a parir a Hoxha, pero siguió sin
decir nada de Mukja.
Los comunistas, pues, tenían dos cosas en contra del Acuerdo
de Mukja: una que, separándose de la pura discusión de cómo organizar la
resistencia contra el invasor, el Acuerdo había logrado introducir la cuestión
de una Albania étnicamente unificada que, por lo tanto, debería incluir Kosovo;
y, dos, que introducía una dualidad de poderes con los nacionalistas que los
comunistas, obviamente, no querían.
Ymer Dishmica perdió rápidamente su posición en los altos
rangos del Partido. Se trasladó a Berat, donde comenzó a trabajar como médico,
y así estuvo el resto de su vida, siempre estrechamente vigilado por la
Sigurimi. En cuanto a Gjinishi, como ya os he dicho murió un año después en una
extraña emboscada. Siempre, incluso desde el momento en que se produjo, su
muerte se ha considerado como planificada por líderes comunistas. De hecho,
ésta fue una de las muertes que los propios comunistas le reprocharon a Hoxha
en Berat, y que éste justificó afirmando que había sido ordenada por los
yugoslavos (explicación que en modo alguno hay que echar en saco roto). En los
años posteriores a la caída del comunismo en Albania, se publicó que Gjinishi,
en realidad, había sido ejecutado por Liri Gega y Ndreko Rino. Liri Gega fue la
mujer que más alto llegó en el escalafón del Partido Comunista de Albania; a
mediados de los cincuenta, ella y su marido, el general Dali Ndreu, fueron
arrestados y fusilados. Gega tuvo que ver la ejecución de su marido antes de
recibir su propia bala en la cabeza. Todo por orden de Enver Hoxha. Tras la
caída del comunismo, sus sucesores comenzaron a buscar sus tumbas. Todavía
están buscando.
Por extraño que pueda parecer, tras Mukja la lucha contra los
italianos y alemanes pasó a un segundo plano en la resistencia albanesa. Lo
principal pasó a ser la lucha entre los comunistas y el resto de los
resistentes. El Balli Kombëtar, ante la presión de los ataques, se escindió en
pequeñas células, cada vez más distanciadas unas de otras. La verdad es que se
lo pusieron bastante fácil a los comunistas, que otra cosa no sabrán, pero
permanecer unidos se les da de coña.
A principios de 1944, Enver Hoxha estaba convencido de que
la lucha por el poder en Albania estaba en toda su sazón. Las fuerzas alemanas
comenzaban a retirarse, y allí donde lo hacían aparecía el Consejo de
Liberación Nacional buscando cubrir los huecos de poder generados. Asimismo, se
comenzaron a producir arrestos y ejecuciones de colaboracionistas, que también
afectaron a miembros de Balli Kombëtar. El objetivo número uno era Tirana. Ya
en septiembre de 1943, con la capitulación de Italia, Hoxha había movido su
Estado Mayor hasta Arbana, un pueblo en las afueras de la capital. Para
entonces, la resistencia controlaba ya el sur del país.
En mayo de 1944, Enver Hoxha inició el asalto propiamente
dicho del poder en Albania. Su estrategia era oficializar el Consejo Nacional
de Liberación como la única fuerza política del país. El 24 de mayo convocó el
que hoy se denomina Congreso de Permet.
El principal objetivo de Permet fue exhibir músculo
comunista y, en consecuencia, la prevalencia de los comunistas sobre todas las
demás tendencias. Lo consiguieron e, inmediatamente después, el PCA comenzó una
campaña masiva de imagen para difundir la figura de su líder.
El Congreso de Permet, por otra parte, sentó las bases del
régimen comunista albanés. Se creó un Consejo Nacional de Liberación
Antifascista, una especie de parlamento a la remanguillé que funcionaría
hasta la celebración de elecciones. Se le prohibió al rey Zog regresar al país,
y se eligió un Comité Antifascista con atribuciones gubernamentales; al frente
del mismo, obviamente, Enver Hoxha. Hoxha, por lo demás, también acumuló los
cargos de ministro del Interior y de Jefe de Estado Mayor de la Defensa, por
así decirlo.
El 26 de junio fue la fecha elegida por Hoxha para darle un
golpe definitivo al resto de competidores políticos. La primera división de las
fuerzas armadas albanesas recibió órdenes de cruzar el río Shkumbin; de no
perder el tiempo luchando contra los alemanes en retirada; y de ocupar todo su
tiempo en la represión de lo que Hoxha consideraba opositores. Usando a este
cuerpo militar, excelentemente pertrechado por los ingleses, Enver Hoxha se
pasó los siguientes meses apartando del camino a todo aquél que pensó que le
podía hacer sombra. Líderes como Gani Kryeziu, Muharrem Bajraktari o Abaz Kupi
fueron perseguidos, asesinados, torturados o entregados a los yugoslavos;
aunque alguno, como Kupi, logró huir, en su caso para unirse al gobierno en el
exilio del rey Zog en Turquía.
En el otoño de 1944, el gobierno provisional albano se había
trasladado a Berat, y disfrutaba de un amplio apoyo popular. El 20 de octubre,
por primera vez, Hoxha se dejó ver en público en su papel de máximo dirigente,
vestido de militar. Dos días después, el Consejo Nacional de Liberación
Antifascista pasó a llamarse Gobierno Provisional de Albania. Hoxha siguió
siendo primer ministro y ministro del Interior, y añadió la cartera de Asuntos
Exteriores.
A finales de octubre, Ibrahim Biçakçiu, el último primer
ministro de la Albania ocupada, dimitió ante el Consejo de Regencia. Los
alemanes todavía controlaban Tirana y las principales vías de salida del país.
El 26, Mehmet Shehu, comandante de la I Brigada de Asalto, futuro primer
ministro y que acabaría por ser la principal víctima política de Enver Hoxha,
recibió órdenes de atacar Tirana. La liberación de la ciudad tomó hasta el 17
de noviembre. Ya dueño de la capital, Hoxha decidió entrar en ella el 28,
aniversario de la independencia del país.
Una semana antes, el 23, Enver Hoxha se enfrentó al que,
probablemente, fue el momento más peligroso de su larga carrera política. En
dicho día se celebró el segundo plenario del Partido. En el curso de estas
reuniones, una mayoría dentro del Politburo, de la que formaba parte el enviado
yugoslavo, Velimir Stojnic, se posicionó contra él.
De entre todos los que se pusieron en contra de Hoxha en
aquel plenario, Nako Spiru y Sejfullah Malëshova fueron los dos más
insistentes. Lo acusaron de haber cometido crímenes respecto de miembros del
Partido (porque, por lo general, para un comunista matar a no comunistas no es
delito) y de construir un culto a la personalidad en torno a sí mismo.
Hoxha, sin embargo, consiguió regatear el problema. Redactó
una larga exposición de autocrítica, que leyó en dos partes. El 26 por la
tarde, las cosas parecían irle muy mal. Sin embargo, al día siguiente, propuso
que la reunión se aplazase para permitir al gobierno provisional viajar a
Tirana y estar allí para el 28. Hoxha pretextó que las carreteras no eran
seguras y que, por lo tanto, el viaje podría complicarse. Se acordó, por lo
tanto, continuar la reunión después del 28. Pero esa segunda parte nunca se
celebró. Enver Hoxha sería el secretario general del Partido, y el jefe del
gobierno, durante 41 años más.
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